Quizás ya os hayais enterado, posiblemente por algún comentario suelto en el autobus, que estamos en plenos Juegos Olimpicos. Ya, ya sé que a nadie medio normal le importa lo más minimo, pero me han dicho mis asesores legales que, si no quiero terminar teniendo problemas con los fondos de inversión que mantienen esta vuestra web, voy a tener que empezar a escribir temas que tambien puedan interesar al vulgo de manera que suban las visitas y podamos vender el chiringuito antes de que llegue la Web 3.0 HTML6.

A lo que voy es que las Olimpiadas ejemplarizan al máximo dos problemas que tengo con esta historia.

El primero es la discriminación. Por chocante que pueda parecer a quien no siga mucho este tipo de eventos, hombres y mujeres compiten por separado.

Extrañisimo, ¿no? Ojo, que yo no digo que hombres y mujeres seamos iguales, que no lo somos, gracias a la deidad que corresponda, y quien si lo crea, que estudie una foto del guapo de los hermanos Calatrava y otra de Katie Perry, así­ las dos puestas una al lado de la otra, y se le pasará la tonterí­a rápidamente. Lo que creo es que hombres y mujeres, aunque diferentes, deben ser tratados de igual forma y manera, y hacerlos competir cada uno en su liga no me parece lo más justo.

Que compita todo el mundo junto. Si las diez mejores marcas en determinado deporte lo hacen diez mujeres, pues felicidades. A mi, aceptar una medalla de oro en una carrera en la que has tardado diez minutos más que otra persona que ha quedado la última en la otra división me darí­a vergüenza, y dudo mucho que sea acorde con el presunto espí­ritu olí­mpico.

Ya puestos, propongo hacer más separaciones acordes con este sistema. Por raza y por religión surgen rapidamente, pero seguro que se nos ocurren más.