Es una cuestión tremebunda esto de cumplir años, o eso me han comentado las personas a las que les sucede, porque, como comprendereis, Nos estamos muy por encima del espacio y el tiempo.

En cualquier caso, de vez en cuando me gusta compartir con mis subditos tan curiosos como mundanos rituales, y, hoy, he elegido el cumpleaños. He decidido que hoy cumplo 1354 translaciones solares, que me han comentado que es una edad muy saludable entre humanos, por lo que espero vuestros regalos y alabanzas.

Por mis partes, mi debil parte humana ha decidido fingir que hay alguna remota posibilidad de comprarme una moto para ir y venir a mi nuevo curro, y la providencia ha querido que me enterase esta mañana de la marca y modelo de la que me tiene enamorado desde que la vi una fria mañana veraniega en Madrid hace un par de años: la Kawasaki Z750.

Personalmente, y basandome en mis asombrosos conocimientos motoristicos, puedo decir sin lugar a dudas que está chulisma, y que parece un Transformer. Por lo demás, nunca he sido capaz ni de patinar, así­ que está ligeramente complicado que me funda 8000 euros en una motaca, más seguro, más traje de Comando G, más lo que cueste sacarme el carnet.

Al menos, soñar es practicamente gratuito.