Esta noche se cumplen dos semanas de que la gente esta que vive en mi casa emigró en busca de lugares menos calidos, dejandome como amo todopoderoso de la chabola familiar. Es la leche ser el señor de estos dominios, saber que, hasta donde la vista alcanza, todos los cartones y trozos de uralita están bajo mi mando, absolutista aunque con talante. Un moderno lider, vaya.

Tan moderno que incluso cocino mis propias comidas, soy casi como uno de esos cocineros de la tele, solo que ni salgo en la tele, ni soy cocinero, ni pago impuestos a quien no debo. Todo lo demás, igualito.

Bueno, tampoco cobro un millón al dí­a.

A lo que iba... que me he propuesto, no ya emular, sino directamente plagiar, al gran Yhandros, y os voy a regalar las orejas con una grandisima receta con la que me he deleitado alguna que otra noche, una de esas con las que la Preysler recibe a sus pijos amigos cuando se plantan en su casa, como en el anuncio.

No, no es como hacer un bocata de salchichón, ni como calentar una Tarradellas... se trata de... tachan, tachan... ¡delicias carbonizadas!

Coged una barra de pan, o, como decimos aquí­ en Murcia, una "barra de pan". Cortadla en rebanadas, es decir, cortad la barra en cortes perpendiculares a la linea que une las dos puntas, separados por unos centimetros, de forma que consigais unos trozos de pan similares a los anuncios de esos asquerosos patés de la tele, solo que sin la mierda encima, que es a lo que vamos ahora.

Echadles un poco de sobrasada por encima a cada trozo, colocad un trozo de papel de aluminio en el horno, colocad los combos pan-sobrasá encima del metálico elemento, enchufad el trasto y ponedlo a 210º.

Como sois unos ignorantes, la primera vez que lo hagais sentireis la tentacion de sacarlos al cuarto de hora más o menos. ¡ERROR! Así­ solo conseguireis pan tostado con sobrasada caliente, que, evidentemente, no vale para nada. Tiradlo y empezad de nuevo.

Haced como yo y dejadlos a 210º grados celsius hasta que vuestro cubil huela a sobrasada. Entonces SI podreis sacarlos. Incluso vosotros reconocereis cuando estan en su punto, porque se habran convertido en unos deliciosos montoncitos negros humeantes. Un bocado exquisito con el que sorprender a las visitas, a las que por cierto agradeceria que mencionaseis donde lo habeis aprendido.

De nada.